Piedras, desfiladeros, lagunas. Viaje al Torcal en X-MAX 250

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No es la primera vez que visito el Torcal. Hace años, cuando practicaba espéleo, estuve con mis compañeros de afición por estas piedras, bajando a las profundidades de sima Azul. Hace menos, durante una visita a Antequera por temas profesionales, se e antojó volver de nuevo a esta zona. No se me ocurre forma mejor que a lomos de mi fiel X-Max… 🙂

Aprovechando que el día 21/12/12 se acaba el mundo, decido que una buena fecha para salir de ruta es el día siguiente 😉

La meteo está completamente de acuerdo conmigo y, como para burlarse de los mayas, ofrece un día de invierno «primaveral» en el que no bajamos de 16 grados y con máximas de 22…

Empezamos con el mapa de la ruta (PULSAR EN LAS IMÁGENES PARA TAMAÑO COMPLETO):

El día amanece con una ligera niebla que contribuye a la belleza de un paisaje que, con las últimas lluvias, rebosa verde…

En Morón, aprovecho para hacer una foto a otro de los «pájaros» que habitan las rotondas de este pueblo…

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Como aún me queda algo de «sopa», y viendo los precios de auténtica extorsión que adornan la última estación de servicio del pueblo del gallo, decido «estirar» lo que queda hasta Villanueva de Sanjuan, lo que luego me proporcionará un extra de «diversión»…

Sigo disfrutando de la carretera que nos va acercando a Villanueva y sus paisajes, que consiguen dejarte con la boca abierta en más de una ocasión….

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Mantengo, no obstante, vigilancia extrema, ya que la tierra que los tractores, en sus idas y venidas, depositan sobre la ya de por sí rota carretera, se transforma en barro con el rocío de la mañana y convierten el asfalto en una auténtica pista de patinaje con curvas y cambios de rasante….

Llego a Villanueva de Sanjuan y, muy ufano, consulto en mi móvil (Android, por supuesto) la situación de la estación de servicio más cercana. Me indica que en el centro del pueblo… No la encuentro…. Localizo a un par de señoras que se afanan descargando pan en una especie de bar y  les pregunto por la gasolinera que, hace mucho, sé que había en este pueblo… Se enzarzan en una conversación entre ellas para dilucidar cuando quitaron la susodicha estación del municipio y apostillan que en el siguiente pueblo tampoco hay. ARGH! Y me queda poco más de un litro de gasolina… Que no cunda el pánico, me digo….

Viendo que el tema va para largo, apago el motor. Por ahorrar algo de caldo, mayormente…

Llegan a la conclusión de que debo preguntarle a «algún hombre» de la localidad porque ellas, que dicho sea de paso confiesan a los 10 minutos de hablar de esto y de aquello, que no son siquiera del pueblo, creen que hay alguna casa particular donde se vende gasolina…

Para mí, ave de ciudad, esto de que vendan gasofa en una casa me suena como si, de repente,  estuviera en Afganistán. Como no me queda otra, paro en la puerta de una taberna habitada por la fauna masculina local y, casco en ristre, entro para preguntar. La gente tiene ganas de colaborar e incluso me acompañan parte del camino hasta la casa donde, parece ser, se vende el líquido que busco…

Sigo calle abajo y entro por un gran portón metálico que da acceso a un patio en el que me recibe una horda de perros muy ladradores (lo que no sé por qué no me tranquiliza, pese al refrán) de diverso porte… Aparco la moto en un rincón y me pongo a buscar a alguien que me atienda, sin quitarme casco ni guantes por si los perros deciden mostrarse demasiado «cariñosos», cuando aparece una señora que se convierte en mi salvación.

La buena señora dispone de garrafas de 5 litros de gasolina, no pregunto por octanaje porque no hay mucho donde elegir, y le compro dos. Hubiera estado bien hacer una foto de todo esto pero, me temo, me encontraba sujetando el embudo mientras la gasolinera manejaba las garrafas.

Con un glu-glu satisfecho, la X-max se bebe las dos garrafas, lo que me confirma que el depósito estaba en las últimas.

Me monto en la moto y con ánimo renovado, acompañado por los ladridos de los perros que me mordisquean los cordones de las botas, subo la cuesta que me lleva, de nuevo, al portón metálico y a la calle. Qué cierto es que cuando uno viaja en moto, empiezan a suceder cosas casi inmediatamente. 🙂

Uno de los platos fuertes de esta ruta es el Desfiladero de los Gaitanes y hacia allí me dirijo ahora, pero el estar observando el paisaje hace que no me dé cuenta de que el sol está a mi izquierda y no frente a mí, lo que significa que voy al sur en vez de al este… Caigo en ello casi llegando a Ronda… Y doy la vuelta… Paro en Cuevas del Becerro, un pequeño pueblecito que parece vivir de la gente que va a hacer turismo a Ronda, a tomar un café y descansar un poco… No me molesta perderme, más bien lo contrario. Para ir de un punto a otro, sin perderme, ya uso el coche…

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Llegados a Ardales, reposto por si las «flies», voy buscando la dirección hacia «El Chorro/ embalses» y nos encontramos con el pantano del Conde de Guadalhorce. Tal y como luce el campo hoy, el sitio es espectacular:

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La carretera caracolea junto a la cola del embalse y nos va acercando a la zona de El Chorro.

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Una carretera realmente divertida….

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Que me mantiene ocupado hasta el Desfiladero de los Gaitanes, donde se me descuelga la mandíbula por lo espectacular de la vista…

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Aquí podemos ver El Caminito del Rey:

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Sigo avanzando hacia El Chorro y encuentro la presa del Tajo de la Encantada

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Desde El Chorro, se domina todo el desfiladero

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Y voy encaminándome hacia Valle de Abdalajis, por una carretera en bastante mal estado debido a las recientes inundaciones en la zona… La X-max se convierte, casi, en Teneré! 😉

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Tras bastantes kilómetros de este tipo de vía, dejamos Antequera a la izquierda y enfilamos hacia el Torcal. la carretera que lo bordea es muy bonita aunque las señales de «carretera de montaña» o «invierno» se encargan de avisarnos para que no bajemos la guardia.

Y llegamos:

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Al fondo, el mar Mediterráneo

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Un paisaje realmente espectacular

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La luna me despide con la manita mientras emprendo el regreso.

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Llegando a Antequera, la vista majestuosa del Torcal

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Alcazaba de Antequera

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Me despido del Indio y sigo…

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Para poner la guinda a este fantástico día de ruta, decido pasarme por la Laguna de Fuente de Piedra. Está de camino y no lo he visto nunca.

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Resulta ser un lugar casi mágico, donde miles de aves viven a sus anchas….

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Una lástima no haber traído equipo fotográfico apropiado. Los flamencos hubieran quedado bien en unas fotos…

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Ahora sólo queda volver a casa. Unos 130 kms de autovía me esperan. Un poco aburridos pero compensados, de sobra, por el resto del día.

Al final, unos 420 kms donde la Xmax se ha mostrado fiable, rápida y con un consumo contenido.

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6 comentarios en “Piedras, desfiladeros, lagunas. Viaje al Torcal en X-MAX 250

  1. Las fotos son impresionantes, tanto como la escapada. La primera imagen, casi de salvapantallas si llegas a hacerla en horizontal, la que muestra la niebla por debajo de tu nivel,… Las fotos de rocas siempre me dicen. ¿El equipo fotográfico adecuado? A pesar de ser Android 😜, son fantásticas. Sólo se echa de menos una de la «tipa» de la gasolina. Desde luego, hay que reconocer que una escapada bien elegida y planificada da más juego que una expedición del National Geographic por Tasmania. También has descrito a la perfección a los aborígenes. Ja, ja, ja. Tienes que hacer más y enseñarlas. Un abrazo.

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